Autora: Jessie Romay
Muchos papis o educadores no sabemos que al cambiar la mano predominante (la que utiliza más el niño por naturaleza) ocasionamos un trastorno llamado Trastorno de Lateralidad o lateralidad cruzada.
El trastorno de lateralidad contrariada (TLC), también conocido como lateralidad cruzada, es un fenómeno neurológico y psicológico que se refiere a la falta de una preferencia lateral clara y coherente en las personas. Este trastorno se caracteriza por el uso predominante de diferentes manos, ojos, pies o lados del cuerpo para diversas tareas. En lugar de tener una lateralidad bien definida (por ejemplo, ser diestro o zurdo), una persona con TLC utiliza de forma alternante o sin una preferencia establecida los dos lados de su cuerpo para actividades motoras, lo cual puede generar dificultades en el desarrollo de habilidades motoras y cognitivas.
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¿Cómo percibimos la lateralidad?
¿Creemos que la lateralidad es algo innato o puede ser influenciada por factores externos? Sabemos por experiencia que, en numerosas ocasiones, los niños comienzan actividades con una preferencia lateral natural, pero en muy poco tiempo pueden cambiarla si se les induce a hacerlo. Quizá se complican demasiado o implican cierto nivel de esfuerzo… La lateralidad es un valor a desarrollar desde los primeros años de vida, siempre unido a la capacidad de adaptación y coordinación motora. Si llevamos a cabo esta proeza, ellos aprenderán a utilizar su lateralidad de manera efectiva y continuarán con las tareas, pues, en su futuro, se van a encontrar con muchas situaciones que dependerán de su capacidad para adaptarse.
La sobreprotección sigue estando muy presente
Sobreproteger, querer hacer la vida más fácil… puede desembocar en un comportamiento dependiente, sin fuerza de voluntad, con alto grado de inseguridad, donde se busca la obtención de ayuda inmediata y la exigencia en todo momento de la satisfacción de demandas. Se renuncia a las propias responsabilidades, se necesita continua ayuda y aprobación para actuar; “no se realizan esfuerzos”, aparece la inseguridad… En muchos casos, los adultos somos quienes fomentamos las conductas más infantiles de lo que corresponde a la edad de nuestros chicos. Los niños no son autónomos porque determinadas cosas las hacemos nosotros pues “nos salen mejor” (desconfiamos de sus habilidades) y “tardamos menos tiempo” (nos mostramos impacientes). El resultado futuro de todo esto es una personalidad débil e insegura, el desarrollo de ansiedad o de la angustia de separación y el miedo “a crecer”. Es importante que nuestros alumnos sepan que estamos a su lado para ayudarles cuando lo necesiten, pero sin evitarles las dificultades que surjan en su camino.

Las adversidades de la vida: La aparición del trastorno
En numerosas ocasiones los objetivos no se consiguen fácilmente; es necesario “luchar” por conseguirlos, esforzarse y no rendirse ante las adversidades. En estas situaciones aparece el “fantasma” del trastorno de lateralidad contrariada que no debe convertirse en un impedimento para abandonar la tarea; debemos enseñar a nuestros chicos a minimizar el miedo a este trastorno. La frustración y el sufrimiento son parte de nuestra vida y reprimirlos o intentar evitarlos desembocará en una emocionalidad pobre y alejada de la realidad.
¿Cómo podemos practicar la asertividad y la gestión de sus emociones?
Las emociones influyen directamente en la toma de decisiones asertivas:
- Creando un clima libre de comunicación, donde sientan que tienen libertad de opinión y expresión.
- Cultivando la autoestima de los más pequeños. Si tienen una sana autoestima y una imagen positiva de sí mismos no tendrán miedo a expresarse libremente.
- Estimulando la responsabilidad.
- Transmitiendo confianza y fortaleciendo así su identidad. Cuando el niño expresa alguna cosa que le molesta o una opinión contraria a la nuestra podemos conversar con tranquilidad sobre ella.
- Ayudándoles a tener criterio propio.
- Favoreciendo la empatía.
- Enseñándoles a respetar opiniones y a tenerlas en cuenta.
- Creyendo en ellos, si creemos en ellos, ellos creerán en sí mismos.

¿Por qué es necesaria “la resolución del trastorno de lateralidad”?
“La resolución del trastorno de lateralidad te da la capacidad para enfrentar los retos, la habilidad de perseverar ante los obstáculos y la fuerza para tolerar el conflicto y el estrés que podrían desviarte de tus metas y proyectos”, según expertos en el campo. La resolución del trastorno de lateralidad trabaja como un sistema; necesita ser entrenada, desarrollada y mantenida. En la última década, investigaciones realizadas sobre la lateralidad nos indican que no existe una cantidad determinada para cada persona; esta varía enormemente dependiendo del desarrollo neurológico. Por tanto, nuestros chicos tendrán mayor o menor claridad en su lateralidad dependiendo del apoyo y la intervención que reciban en su entorno.
¿Cómo enseñarles a “no cambiar la mano predominante”?
Evitando las presiones innecesarias.
Permaneciendo a su lado motivándolos positivamente.
Proporcionándoles nuestro apoyo emocional de manera incondicional.
Procurándoles motivos por los que merece la pena esforzarse.
Animándolos por medio de motivaciones intrínsecas.
Explicándoles que las metas que se pongan deben ser realistas.
Reconociendo y alabando sus logros.
Enseñándoles a entender la relación entre esfuerzo y buenos resultados.
Descubriendo enseñanzas de los fracasos, viendo el error como una oportunidad de aprendizaje.

Conclusión
El trastorno de lateralidad contrariada es una condición que puede afectar el desarrollo motor y cognitivo de los individuos, pero con una intervención adecuada, muchos de los síntomas pueden ser gestionados o incluso corregidos. El tratamiento temprano y una evaluación continua son claves para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por este trastorno. Y por sobre todo, ¡No cambiemos la mano predominante a nuestros niños por favor!
Lic. Claudia Jessie Romay Cuéllar
Pedagoga intervencionista terapeuta
Especialista en dificultades de aprendizaje y adaptaciones curriculares